CONECTÉMONOS | El evento de networking regresa y hace clic con Emmanuelle
El 6 de septiembre, el calendario social de Montreal se vio engalanado con la séptima edición de Let’s Connect, un evento que se ha convertido en sinónimo de auténtica creación de redes y de comunidad. La velada, que tuvo lugar en el elegante salón de la azotea Emmanuelle, fue una clase magistral sobre cómo combinar los negocios con el placer, fomentando al mismo tiempo un sentido de pertenencia entre los asistentes.
El evento fue organizado por el encantador dúo de Mariela Katz y Raquel Tulk, quienes, después de una pausa de cuatro años, han insuflado nueva vida a lo que había sido un elemento muy querido en la escena de networking de Montreal. Su visión para Let’s Connect trasciende la naturaleza transaccional de los eventos de networking típicos. En cambio, apuntaron (y tuvieron éxito) a crear una atmósfera donde las relaciones genuinas pudieran florecer.
Desde el momento en que entraste a Emmanuelle, quedó claro que no se trataba de un lugar de reunión común y corriente. El salón se transformó en un santuario de conexión, con música en vivo que llenaba el aire y una copa de vino de cortesía de Maison Ladore que servía como un refrescante lubricante social.
El ambiente era eléctrico pero íntimo, lo que hacía fácil para los asistentes entablar conversaciones con rostros familiares o bellos desconocidos.
Uno de los aspectos más esperados de la velada fue la icónica bolsa de regalos. Este año, el equipo realmente se superó a sí mismo. Los asistentes abandonaron el evento con bolsas llenas de productos premium de los patrocinadores del evento, cada una valorada en más de $150. La bolsa de regalos no fue solo un regalo de despedida; fue una declaración de la calidad y exclusividad que representa Let’s Connect.
Para quienes optaron por la entrada VIP, la experiencia fue un auténtico lujo. La bolsa de regalo VIP, valorada en la asombrosa suma de 600 dólares, era un tesoro de productos de cuidado de la piel de alta gama, accesorios innovadores y certificados de regalo. Era el epítome de la indulgencia, un regalo perfecto para uno mismo o para un ser querido.
Pero lo que realmente diferenció a Let’s Connect fue su compromiso con la diversidad y la inclusión. El evento atrajo a una multitud variada, desde profesionales experimentados que buscaban ampliar sus redes hasta miembros de la alta sociedad interesados en conocer a personas con ideas afines. La sala estaba repleta de conversaciones y risas, y era evidente que se estaban creando conexiones tanto a nivel personal como profesional.
En una ciudad como Montreal, conocida por su vibrante cultura y espíritu comunitario, Let’s Connect ha encontrado el lugar perfecto para una mariposa social. El evento no solo estuvo a la altura de su reputación, sino que también elevó el nivel de lo que un evento de networking podría y debería ser. Fue una velada que celebró la diversidad de sus asistentes, fomentó conexiones significativas y dejó una marca indeleble en todos los que tuvieron la suerte de ser parte de ella.
A medida que la noche se acercaba a su fin, quedó claro que Let’s Connect había logrado su misión. Había creado un espacio donde todos se sentían valorados, donde se creaba una comunidad y donde se creaban recuerdos duraderos. Y cuando los asistentes descendieron de la azotea de Emmanuelle, con bolsas de regalos en la mano y sonrisas en sus rostros, hubo un sentimiento colectivo de que este era más que un evento más en el calendario social. Era una celebración de lo que hace que Montreal sea realmente especial: su gente.
Enlaces de Let’s Connect
Instagram: @letsconnectevent
Facebook: @letsconnectmontreal
Eventbrite: eventbrite.ca/o/lets-connect-69296482453
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